El abuso de los teléfonos inteligentes

"Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo sólo tendrá una generación de idiotas" Albert Einstein
Las nuevas tecnologías están aportando grandes avances en materia de información y comunicación, avances que han facilitado muchas de las actividades de nuestra vida, avances que nos han obligado a desarrollar nuevas competencias y habilidades, pero que también están generando cambios en las conductas, en las actitudes y en las relaciones de los usuarios.

Estamos aprendiendo a adaptarnos a las tecnologías, estamos fascinados con ellas y con la rapidez que se renuevan a sí mismas.

No nos da tiempo a asimilarlas, porque a una novedad sigue otra aún mejor, en una secuencia vertiginosa que mantiene en constante alerta nuestra capacidad para sorprendernos. Es un mundo atractivo y seductor que empieza a volvernos dependientes y del que difícilmente podríamos prescindir.


Uno de los dispositivos que más éxito ha tenido en los últimos años es el teléfono móvil. Empezó con cierta timidez, siendo un artículo al que muy pocos tenían acceso y cuyo tamaño lo hacía sumamente incómodo para ser trasladado de un lugar a otro. Posteriormente se fueron perfeccionando en tamaño y en tecnología, conjuntando comunicación e internet, además de una serie de aditamentos con nuevas funciones hasta convertirlo en una maravilla tecnológica, un teléfono inteligente, el smartphone.

El teléfono inteligente es una mezcla de medio de comunicación, de información, de entretenimiento o de gestión administrativas. Es la primera vez que un aparato tecnológico se convierte en algo tan importante y a la vez tan personal para el sujeto.


Sin embargo, no todo está resultando positivo en el mundo de la telefonía móvil. Si bien los usuarios se están beneficiando de todas las ventajas que proporciona, también se están dando una serie de cambios en los valores sociales y en las relaciones interpersonales, que se evidencia en la nueva manera de comunicarse.

Todos hemos podido experimentar  la interferencia que causa el celular en reuniones familiares, en las relaciones de pareja, en actos públicos o simplemente la molestia que ocasiona en cines, teatros o conciertos. La gente suele prestar una mayor atención a los mensajes y llamadas que a los que tiene alrededor, aislándose de lo cercano y acercándose a lo lejano. 

Este chiste que recorre la red, no es más que una caricatura de la realidad que estamos viviendo: Doctor, ¡no sé lo qué tengo! no levanto la cabeza, me río solo, me hablan y no presto atención, parezco un ¡¡idiota!! ¿Qué tengo doctor?- Un smartphone.


Otro fenómeno que se está presentando, a raíz de la aparición de los teléfonos inteligentes,  es el del trabajador de tiempo completo. Muchos se quejan de que, al tener la oficina en el teléfono móvil y al estar localizables en todo momento, su trabajo parece haberse duplicado y ya no tienen forma de descansar ni siquiera en vacaciones, con el consiguiente estrés y la alteración emocional que supone el no poder desconectar de su actividad laboral.

Las instituciones educativas tampoco escapan al mal uso del teléfono móvil. En las escuelas, los alumnos burlan los reglamentos, utilizándolos en horas de clase, distrayéndose y reduciendo sensiblemente  el rendimiento escolar. Los padres, en su afán de mantenerse en contacto con los hijos y por seguridad, les proporcionan aparatos con demasiados e innecesarios complementos que vienen a agravar el problema, ya que los llevan a competir con sus compañeros por poseer el mejor teléfono o los mejores y más modernos dispositivos y si además, no reciben una buena orientación, pueden acabar haciendo un mal uso del mismo. 

Los universitarios tienen el mismo problema. Los profesores y autoridades educativas se afanan, sin mucho éxito, por conseguir que los jóvenes guarden su teléfono durante la clase, ya que siempre encuentran la manera de permanecer conectados y burlar las reglas. Aunque en algunas ocasiones son los propios profesores los que infringen dichas reglas al contestar o utilizar el teléfono en clase, dando mal ejemplo y quitándose la autoridad moral para prohibir lo mismo a los alumnos.

Una cuestión que no debe pasar por alto son los riesgos que puede ocasionar el mal uso del teléfono móvil. Los accidentes que ocurren al hablar por teléfono mientras se conduce son de sobra conocidos y sin embargo nadie se resiste a contestar a pesar de estar prohibido. Es como si el mundo se viniera abajo por esperar unos minutos o por apagarlo unas horas.

La adicción y el mal uso del teléfono móvil se está convirtiendo en un grave problema. Ya es difícil mantener una conversación fluida sin que el interlocutor se disculpe y te deje con la palabra en la boca para contestar una llamada o responder un mensaje. El uso excesivo provoca también baja productividad, el deterioro de las relaciones familiares o con amigos y poca concentración.

A lo anterior habría que añadir que, si bien los mensajes han hecho que las personas desarrollen la habilidad de concretar la información, también es verdad que el lenguaje se está deteriorando a pasos agigantados por la nueva forma de escribirlo, tanto en ortografía como en vocabulario, que cada vez es más pobre y deficiente.

Es posible que el abuso del teléfono móvil sea parte de ese proceso de adaptación a las tecnologías y que seguramente la correcta utilización se acabará imponiendo. Pero es un hecho que  si este proceso no termina pronto, tendremos que vernos en la necesidad de crear “un día sin teléfono móvil” y tratando de recuperar y disfrutar la tranquilidad que supone estar desconectados. Petra Llamas  

Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 21 de octubre del 2011.

Twitter: @PetraLlamas 

Correo:petrallamasgarcia@gmail.com

Youtube: https://www.youtube.com/c/ReflexionesdelaMaestraPetraLlamas/videos 

1 Comentarios

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