El desencanto de los jóvenes con la política actual

El hombre sabio no debe abstenerse de participar en el gobierno del estado, pues es un delito renunciar a ser útil a sus compatriotas y una cobardía cederles el paso a los indignos. Epícteto

Realmente se puede percibir un gran desaliento en los jóvenes, que no visualizan un futuro esperanzador, ya que están desilusionados del gobierno y sus autoridades y tampoco creen demasiado en las promesas de los candidatos. México está desperdiciando su bono demográfico, esa maravillosa circunstancia en la que la población en edad de trabajar es mayor que la dependiente (ancianos y niños). 

Según la Encuesta Nacional de Empleo del INEGI, del 100% de los egresados a nivel nacional, únicamente 30% encuentra empleo en el primer año, y de éstos, sólo 30% trabaja en la actividad para la cual ha sido formado. No ha habido un crecimiento suficiente de empleos que pudiera absorber a esa población de jóvenes, por lo que no les queda más remedio que emigrar a otros países o quedarse en el país decepcionados y sin esperanza de que mejore la situación, mientras tanto una campaña electoral los llena de promesas, que finalmente no acabarán concretándose.


Y no es para menos, puesto que, por muy buena voluntad que tengan los candidatos, nunca lograrán ofrecer todo lo que prometen. Estamos ante un sistema político que ha polarizado cada vez más a la sociedad, en la que una parte está a favor, o por lo menos tolera al gobierno en funciones y la otra está en contra, sin valorar ni uno solo de los logros e incidiendo constantemente en los errores y fracasos. 

Los problemas del país parecieran pertenecerle sólo al Presidente y a su partido, como si no tuvieran nada que ver con el resto de los ciudadanos. Esta radicalización de las opiniones, lo único que consiguen es desdibujar el concepto de país, concepto que sólo parece poseer los que viven en el extranjero o cuando juega la selección.


En este panorama de nulo patriotismo se está desarrollando una campaña electoral que amenaza con terminar de la misma manera que hace seis años, es decir, con un enorme abstencionismo y un triunfo tan cerrado que deje en el aire la duda de un posible fraude.

La diferencia es que el país quedará dividido en cuatro partes, las de los tres partidos mayoritarios y la parte de los indecisos o indiferentes, entre lo que habrá muchos jóvenes que no votarán por apatía o por el hastío que provoca una forma de gobierno que no sólo no podrá resolver los problemas económicos y sociales, sino que, en caso de tener la intención y las posibilidades de hacerlo, se encontrará con la barrera de diputados o senadores del bando contrario, que evitarán a toda costa cualquier reforma para que el país avance, aunque con ello salgamos perjudicados todos los mexicanos.

Posteriormente, cuando esté por finalizar el sexenio, se le reclamará al Presidente o Presidenta que no hizo nada en seis años de gobierno y con ese argumento iniciarán nuevas campañas en las que los partidos en pugna nos prometerán, entre otras cosas, un gran crecimiento económico con muchos empleos, un país seguro, una educación de primer mundo y una sanidad idem. Y a empezar otra vez.

Que los jóvenes manifiesten que no piensa votar en las próximas elecciones es una llamada de atención. Ya no es posible seguir con una partidocracia que da poco juego para la participación de la sociedad y que tampoco favorece la unidad como país. Si los jóvenes son el futuro del país, hoy es más necesario que nunca que participen en su construcción. 

Cuando todos los sectores de la sociedad miren en una sola dirección y tengan los mismos objetivos; cuando estén dispuestos a dejar los egos y las individualidades en un segundo plano para que prevalezca el bienestar de la comunidad sobre el de los partidos y cuando, en lugar de buscar las fallas, se propongan soluciones, seguramente el país saldrá adelante. 

Es un buen momento para que el próximo presidente o presidenta de México analice la posibilidad de establecer un gobierno de coalición que deje atrás los colores y las ideologías para pensar en el bien común. Es tiempo de devolverles la esperanza y la fe a los jóvenes, pero principalmente es tiempo de promover la unidad de todos los mexicanos. 

Según Ángel Osorio: “Donde no se cuenta con el pueblo, no hay política, ni orden social, ni sistema razonable de gobierno, ni nada justiciero ni respetable”. Petra Llamas García. 


Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 2o de abril del 2012. petrallamasgarcia@hotmail.com. @petrallamas

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