México está viviendo una guerra contra los propios mexicanos

"Hace más ruido el árbol que cae que el bosque que crece".
“Más si osare un extraño enemigo”. 

Hace tiempo se cuestionó la posibilidad de cambiar la letra del Himno Nacional Mexicano, porque era considerado extremadamente belicista y no representaba a una sociedad que no estaba en guerra contra nadie. 

Hoy las cosas han cambiado y México está viviendo una guerra que no viene de fuera, sino que se fue gestando en nuestro suelo, en la sombra y con la complicidad y el silencio de las autoridades y de toda la sociedad. Con el agravante de que es contra sus propios hermanos.

Hoy vemos con impotencia y horror como: “Inermes tus hijos, bajo el yugo su cuello doblegan y tus campiñas con sangre se riegan” y tristemente, empiezan a tener sentido las estrofas del Himno Nacional en esta espantosa lucha de drogas, corrupción, dinero y poder.

Los horrores han ido subiendo de nivel en crueldad y violencia y el supuesto “código de honor” para no dañar a la población civil, ya no existe. Ya no es sólo una lucha entre bandas, que compiten por el poder en diferentes plazas. La nueva etapa se parece mucho al terrorismo. Un término que muchos se resisten a utilizar y prefieren calificarlo de “actos que aterrorizan a la gente”, como si no fuera lo mismo.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en sus dos acepciones, terrorismo es: 

“1. La dominación por el terror

2. Una sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”. 

Y eso es lo que está ocurriendo, ya sea por la forma tan inhumana con la que se asesinan entre sí o por todo los actos de violencia que hemos vivido en diferentes estados del país. Actos violentos con los que ocasionan un temor que paraliza la voluntad del ciudadano para denunciarlos o protestar contra ellos.

El desaparecido periódico español, “Cambio16” distribuyó en una de sus ediciones un pequeño libro, “Manual del buen terrorista” de Ricardo García Gamborenea, en el que el autor los describe así: 

Los terroristas pueden desplazarse sin barreras y contar con el eco publicitario de los medios de comunicación. Se amparan en la legislación democrática, en la protección de los derechos humanos, en las garantías procesales, la inviolabilidad del domicilio, el respeto a la intimidad, la presunción de inocencia,(…). Rechazan “las reglas del juego” pero las utilizan en su beneficio”.

Tal vez resulte absurdo discutir si el término correcto, para lo que está ocurriendo, sea el de actos de terror o terrorismo. El problema es que estamos inmersos en una guerra que nos afecta a todos, pero el terror, que era finalmente el objetivo de los que lo causan, se ha apoderado de todos nosotros.

Es ese terror el que impide organizarnos y protestar contra los asesinos, que son los verdaderos culpables del dolor que estamos viviendo, para exigirles que paren ya con tanta violencia. Sabemos el peligro potencial de manifestarse contra ellos. Sin embargo, gracias al régimen democrático que vive México, nos queda el desahogo de protestar contra el Gobierno, que ciertamente tienen también una parte de responsabilidad, al no haber podido garantizarnos la seguridad.

Pero, si de repartir culpas se trata, hay que recordar que existen en México tres órdenes de gobierno, Ejecutivo, Legislativo y Judicial. En estos momentos, el Ejecutivo es el que está cargando con toda la culpa. Pero la tiene también cada legislador que obstaculizó una ley que pudiera paliar tanta violencia, por no ser de su partido y cada juez que por tecnicismos o corrupción, dejó en libertad a delincuentes culpables. 

También la tienen, los padres que evitaron la responsabilidad de guiar y educar a sus hijos. Los empresarios que sólo han buscado su propio beneficio. Los medios de comunicación, que replican la misma violencia en películas y novelas y que no cuidan el contenido de su programación. Culpa de una sociedad que mira con indiferencia esta guerra, como si fuera ajena. Pero sobre todo, en quien debiera recaer la mayor parte de la culpa es en todos y cada uno de los consumidores, vendedores o compradores de droga y en todos los asesinos que se han ido formando en torno a este espantoso cáncer que está carcomiendo nuestro país.

Un hecho que llama profundamente la atención es el poco reconocimiento que reciben las fuerzas armadas de México en esta lucha. Hay, inclusive, organizaciones que le piden a Presidente que los retire de los lugares donde resguardan la seguridad, al no contar con una policía debidamente preparada. Y los militares, pese a que su profesión es la de protegernos, también son víctimas inocentes de esta guerra sucia y también tienen familias que sufren por ellos. 

Y el que al golpe de ardiente metralla, de la Patria en las aras sucumba, obtendrá en recompensa una tumba donde brille, de gloria, la luz”

Es tan sucia esta guerra, que todo lo ensucia. Iguala a inocentes y culpables en un número global, con el injusto nombre de “víctimas”.

Y los ecos sonoros resuenen con la voces de ¡Unión! ¡Libertad!”. 

Unión de todos los que vivimos en México, en contra del “extraño enemigo” y Libertad de los mexicanos contra la opresión de estos asesinos. Unidos podemos mucho más. “Ya no más, de tus hijos la sangre, se derrame en contienda de hermanos” Petra Llamas 


Twitter: @PetraLlamas 

Correo:petrallamasgarcia@gmail.com

Youtube: https://www.youtube.com/c/ReflexionesdelaMaestraPetraLlamas/videos 


Publicado por La Jornada de Aguascalientes el 2 de septiembre del 2011. 

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